Escultura

Se conoce como escultura urbana a toda pieza escultórica realizada con el propósito de embellecer de forma artística a diversos entornos urbanos dando a conocer un mensaje reflexivo a la sociedad que habite en ella. Por lo tanto, una de las características primordiales de este elemento, consiste en dar un lenguaje propio donde el arte sea el medio comunicacional entre lo que se considera obra-espectador, logrando así más que la percepción de un elemento ornamental, la concepción de un generador de ideas, sentimientos y emociones que conlleven a lazos de filiación entre el arte y el ser humano.

Los materiales utilizados en la elaboración de estas esculturas son muy diversos e incluso, cualquier material resistente a la intemperie se considera altamente capacitado para ser utilizado, aunque la metodología pueda variar, lo que nunca cambia y está siempre presente es la absoluta libertad creadora del artista.



Cuando se denominan a este tipo de escultura como urbanas, quiere decir que su ubicación este dentro de grandes ciudades o urbes, autopistas o transitadas avenidas, también pueden estar localizadas en una calle o en un pequeño pueblo, el primordial requerimiento es que se encuentren ubicadas en un punto determinado donde puedan ser percibidas  cumpliendo así una función artística y llamativa a la vez, sin omitir por supuesto su lenguaje conceptual que se exalta al máximo de la misma manera.


Cabe destacar que la escultura urbana como elemento artístico presenta una diversidad que la cataloga altamente expresiva y variada, de forma tal que suele considerarse a la escultura urbana como medio de expresión artística en el cual su idea y pensamiento, está profundamente emparentado con la libertad.


Los artistas plásticos se dieron cuenta del importante sistema expresivo que representaba la escultura urbana como sistema de comunicación de gran impacto. Por lo que decidieron apoyar a un arte publico situando esculturas en parques y jardines, avenidas, aeropuertos, paradas de autobuses y autopistas, en barrios y zonas residenciales de grandes ciudades y pequeños pueblos, contextos desde los cuales alcanzasen a toda la colectividad.



Descubrieron que desde su ubicación publica las esculturas urbanas son testimonios culturales que se ofrecen de manera simultanea y de forma involuntaria y automática a las masas que reciben el mensaje que el artista individual plasma y que ejercen su profunda influencia de manera continua y permiten que su enorme potencial comunicativo llegue a los ciudadanos de forma generalizada. Que a diferencia de los santuarios  de los museos facilita que la población de menor instrucción aprovechen del estimulo visual, del disfrute del patrimonio que tradicionalmente estaba reservado a las clases pudientes y privilegiadas que eran quienes exclusivamente tenían la oportunidad de visitar a los museos, por lo tanto estas esculturas se desmitifican y se bajan al nivel humano, se elimina el pedestal que la sustentaba, que las alejaba de los contempladores y sale al encuentro del ciudadano que  desde su nueva posición las obras lleguen e influyan en toda  la sociedad.


Las nuevas maneras expresivas de la escultura urbana occidental del siglo XX despiertan curiosas fuerzas emotivas en los contempladores; de atracción o de rechazo. Y dependen de los condicionamientos culturales a la diversidad de reacciones individuales. Suelen ejercer enorme fascinación y estimulan las más vigorosas adhesiones en los individuos que sienten a través de sus profundos placeres y satisfacciones, que vibran, reviven y captan con lo que el artista transmite o con lo que la obra de arte expresa. Mientras que la contemplación de la escultura contemporánea todavía despierta incompatibilidad. A otros espectadores los deja indiferentes y no les dice nada, dejan intacta la contemplación artística, los cuales las toman simplemente como elementos decorativos del espacio; algunas esculturas con sus encantadoras curvas suaves nos alegran, nos calman y tranquilizan; otras con sus llamativos colores, sus estridencias y sus formas agresivas nos excitan y estimulan; Algunas fascinan, otras repugnan, mueven a la reflexión o sorprenden. Todas atraen la mirada y son imágenes del tiempo, enriquecen el espacio y provocan el deseo de permanecer en su cercanía. Y se convierten en fuente de atracción turística.




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